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BIM revoluciona la construcción de edificios

BIM, acrónimo de Building Information Modeling, es una nueva metodología de trabajo colaborativo introducida en la industria de la construcción que permite gestionar proyectos edificatorios a través de un único modelo virtual de información gráfica y técnica de los elementos presentes en el inmueble, algo que es útil en cualquier parte del ciclo de vida de la propiedad. En España este sistema se incorporará a todos los procesos públicos de licitación de obra en dos fases: diciembre de 2018 en edificaciones y julio de 2019 para infraestructuras.

Las aplicaciones BIM imitan el proceso real de construcción y son claves no sólo en la edificación o mantenimiento, sino también en áreas como la gestión de los espacios, para simular evacuaciones, hacer cálculos energéticos o planificar una reforma. Más del 50% de los clientes internacionales de las constructoras exigen o tienen interés en el uso de este sistema, que podría ajustar las mediciones de un proyecto en un 37% y reducir en un 20% los costes de edificación. En lugar de crear dibujos con líneas, con esta nueva tecnología se construyen los edificios o planifican las obras de forma virtual, modelándolas con elementos reales (muros, ventanas, forjados o cubiertas), con el fin de simular la construcción y entender su comportamiento en un entorno digital antes de que se inicie su edificación real.
BIM

El modelo BIM es ya obligatorio en Estados Unidos, Emiratos Árabes, Reino Unido, Holanda, Alemania, Colombia, Chile, China, Australia o en el Sudeste Asiático, por lo que, para no quedar fuera de contratos y colaboraciones, las empresas españolas que quieran participar en proyectos de construcción en estos países deben implantar este sistema y sus herramientas. Conceptualmente, BIM es una evolución de los procedimientos de los planos tradicionales. Emplea un lenguaje común exportable, algo que facilita el flujo de información entre distintos agentes para así realizar un trabajo colaborativo a escala global. Puede usarse para almacenar datos, realizar cálculos o gestionar el edificio, y permite gestionar información geométrica (3D), cantidades y propiedades de sus componentes (detalles constructivos o definiciones de equipos), realizar simulaciones previas (verificaciones de colisiones entre instalaciones y estructura), contemplar variables como plazos de entrega, costes, datos medioambientales, así como la participación de los distintos agentes que intervienen a lo largo del ciclo de vida de la obra.

BIM modela la construcción para después crear diversos archivos en los que podrán trabajar todos los participantes en el proyecto, desde los arquitectos a los responsables en instalaciones, todos ellos supervisados por un gestor que se encargará de liderar, resolver problemas y comprobar datos sobre el proyecto. La información se almacena en un lugar central y cualquier modificación del diseño del edificio se traslada automáticamente a los planos de planta, secciones y alzados. De esta forma se consigue una rápida configuración de la documentación y también se garantiza la calidad rigurosa en la coordinación automática de los diferentes puntos de vista.

Está claro que la tecnología BIM se ha convertido en una herramienta clave de gestión de proyectos. Los modelos no solo contienen datos arquitectónicos, sino también toda la información interna de la obra, incluyendo datos de ingeniería como las estructuras de carga, todos los conductos y tuberías de los sistemas e incluso la información sobre sostenibilidad, permitiéndonos realizar simulaciones de las características de un edificio por adelantado. Por otro lado, BIM contiene aspectos que no se ve representados en los planos, como referencias sobre el calendario de obra, algo que clarifica los recursos humanos necesarios, la coordinación y todo lo que pueda afectar a la agenda del proyecto. Además, permite el conocimiento de los costes unitarios y por partidas en tablas de planificación que se diseñan a medida, para así facilitar la obtención y el cumplimiento de presupuestos y mejorar la rentabilidad de la obra.

El uso más trivial de un modelo BIM es para realizar visualizaciones del edificio que se va a construir, no sólo para tomar decisiones comparando diferentes alternativas de diseño, sino también con el objetivo de plantear un determinado esbozo o proyecto al cliente o a la comunidad local que podría decidir sobre el edificio. Con la llegada de las tecnologías móviles, como los iPhone o iPads, la aceptación del uso del BIM no se queda en el círculo cerrado de los profesionales, sino que se amplía a clientes, propietarios de edificios y operarios que acceden al modelo a través de sus dispositivos móviles, incluso sin tener que instalar ninguna aplicación.