Sostenibilidad
Ciudades subacuáticas: un concepto sostenible en el que bucear
El ártico se derrite como un helado. Los osos polares se desnutren. El CO2 ha aumentado hasta un 50% en nuestro planeta desde 1990. Los huracanes engullen poblados. El nivel del mar sube como la espuma. El ascenso global de la temperatura de nuestro globo en 2016 fue de 1,1 grados, la mayor registrada en toda la historia de la humanidad. Ninguno de estos datos, citados a bote pronto, son un mal menor, pero pasan los años y parece ser que el mundo sigue mirándose el ombligo. El calentamiento global no importa lo suficiente.
“¿Reciclar en casa? ¿Ir al trabajo en bicicleta? ¿Dejar de ir a comprar con bolsas de plástico? No nos volvamos exagerados…”. La negativa existe, y en la cotidianeidad de los hechos se hace patente. Ante ella, el cambio climático está enfureciendo y consumiendo el planeta a un ritmo voraz, como fuego a una cerilla. Y ahora (ya tarde) empezamos a notar el ardor cerca de nuestros dedos. Por suerte, aún no hemos llegado a quemarnos, pues también hay reacción. Se llama sostenibilidad, y con ella están empezando a surgir proyectos esperanzadores, a gran escala, que piensan que sí es posible cambiar el mundo. Y es que precisamente su hábitat no es otro que el de una ciudad respetuosa con el medio ambiente. Su objetivo pasa por minimizar los inevitables efectos adversos provocados por la acción humana. Así es cómo las Smart Cities actúan en consecuencia al cambio climático.
Justin Hofman – National Geographic
Océanos marítimos: el escenario perfecto para construir un mundo más ecológico
Es cierto que cada vez suena menos descabellada la complejísima idea de colonizar Marte, (u otro planeta del espacio exterior) y erigir una ciudad en la nada. Pero siendo pragmáticos, y al fin y al cabo realistas con nuestro futuro inmediato, hay todavía un mundo inexplorado que polariza justamente con el universo: las profundidades de nuestros océanos. No se trata de una ocurrencia, sino de un escenario potencial que ya ha empezado a dibujarse como un camino a desarrollar en el sector de la construcción. Si nos ceñimos a los datos proporcionados por La Asociación Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA), veremos que aproximadamente el 80 por ciento de los océanos no están explorados. Afortunadamente, (pues hay que verlo como una oportunidad para prosperar en favor al medio ambiente) las maravillas de las profundidades acuáticas del mundo ya son mucho más accesibles de lo que es y será el espacio.
dezeen.com
Uno de los primeros en adelantarse al concepto de ciudades futurísticas ha sido Japón, la Isla del sol naciente. Según la empresa de Ingeniería Shimizu Corp, ‘Ocean Spiral’ será la primera ciudad subacuática habitable en 2030. Una de las claves que nos permite ver con buenos ojos este fascinante concepto de Smart City sin duda es el diseño “Green Building” (adaptable también en este nuevo esquema). En este caso, esta metrópolis en forma de espiral, que albergará unos 5.000 habitantes, generaría energía renovable utilizando la conversión de energía térmica oceánica (OTEC). Es decir, se basaría en un proceso que aprovecharía la diferencia de temperatura entre el agua de mar más fría y la caliente para impulsar un generador eléctrico. Por su parte, el agua potable se produciría mediante un proceso de desalinización por membrana de ósmosis inversa, que utilizaría las altas presiones de las profundidades para purificar el agua del mar.
Construcciones bajo el agua: hoy, una arquitectura principalmente para ricos
Si bien, el concepto de ciudades subacuáticas se plantea como una idea sostenible y social, a día de hoy la mayoría de construcciones que existen están al alcance de algunos pocos privilegiados. Hoteles de lujo, resorts y restaurantes copan la lista de este grupo. Pese a que los fines son otros, no dejan de mostrar hasta qué punto la arquitectura puede jugar un papel crucial en los proyectos del futuro, incluyendo BIM. Ejemplos hay a espuertas. La villa de Conrad Muraka, en las Islas Maldivas, o las Floating Seahorse Villas de Dubai son dos buenos ejemplos que, por otra parte, no parecen ir muy alineados con la idea de sostenibilidad.
La otra cara de la moneda bien la podrían marcar los invernaderos del Océano Reef, en la costa italiana, donde se han construido los primeros del mundo, los llamados Nemo’s Garden. Ahí, el concepto sostenibilidad bucea a pleno pulmón en busca de un gran reto: producir alimentos para la creciente población mundial teniendo en cuenta que los recursos hídricos se volverán cada vez más escasos.
Cuando hablamos de Smart Cities nos referimos precisamente a ciudades que apuesten por proyectos de este tipo. Metrópolis que aún conviviendo entre tiburones, se basen en modelos que almacenen datos inteligentes y que puedan ser utilizados para llevar a cabo cálculos y simulaciones de energía en forma de análisis para adquirir un diseño eficiente de la energía. Como siempre que empezamos hablando de sostenibilidad, acabamos hablando también de BIM, y es que obtener la información previa sobre el consumo de energía que se espera de una estructura y poder anticiparse a los puntos clave de la construcción, constituye sin duda una gran ventaja que beneficiaría al medio ambiente.
El cambio de paradigma parece no estar tan lejos, pues al final será el mismo ser humano quien acabará construyendo su propia pecera. Ya sea debajo del agua, como fuera de ella, BIM parece ser uno de los responsables de darnos el oxígeno necesario para afrontar el irremediable cambio climático.